El antifaz de la vida

En fechas como el Carnaval, u otros momentos, en que podemos salir a la calle disfrazados, afloran muchos sentimientos que normalmente permanecen dormidos. Disfrazarse para dejar brotar algunas cuestiones dormidas puede tornarse beneficioso para quien lo experimente. 
Aunque ha quedado muy atrás el día de Carnaval, como ejemplo recuerdo ver aflorar un espíritu juvenil inusual en personas mayores que se encontraban camufladas por antifaces cualesquiera. Me gustó ver que esas personas se sintieron ese día más jóvenes de lo que son.
Quizá los disfraces nos permiten comportarnos de forma diferente a como la sociedad espera que lo hagamos. Esta suposición me hace plantear la posibilidad de que, siempre y cuando no hagamos mal a nadie: nos comportemos como realmente queramos, aunque la sociedad espere otra cosa; que derrochemos un espíritu juvenil, tengamos la edad que tengamos, que derrochemos cordialidad y cortesía, aunque no conozcamos a quien nos encontremos en nuestro camino; que seamos amables con cualquier persona; que nos permitamos el lujo de hacer el bien sin mirar a quien;..