Con personalidad propia

Hay personas que gozan de una forma de ser particular. Suelen tener un carácter abierto y agradable y hacen gala de ello en su forma de actuar y vestir. Suelen ser hombres o mujeres que no se preocupan por la imagen de los demás sino que, de esta manera, demuestran que cualquier tipo de individuo es aceptable con sus propios gustos y su libertad de expresión. Siempre que con ello no perjudique a quien les rodea. 

Salirse de los perfiles clásicos sociales imperantes o, lo que es lo mismo, romper esquemas puede quebrantar las normas protocolarias de una institución en particular, pero volviendo a la vida real, lo que hace es marcar tendencia.

Es tan bueno, el mantenerse en la discreción que aporta ir como todos los demás, como, el resaltar por un aspecto característico que hará llamar la atención de todo el que nos ve. Todo ello es cuestión de personalidad y carácter. 

El que resalta y arriesga o se expone a triunfar o a fracasar, pero puede sentirse satisfecho de haber actuado como en ese momento le ha apetecido.


Una pausa siempre viene bien

Cuando el estrés entra en el cuerpo. Ese momento en que las ocupaciones, preocupaciones, estudios, las tareas y hasta el tiempo se echan encima y se apoderan de las personas, la vitalidad empieza a resentirse y se pierden cualidades físicas, psíquicas y habilidades y destrezas, es conclusión, la vejez se echa encima. De ahí que una vez metidos en una situación de estrés que pueda hacerse con el control de nosotros mismos, lo mejor sea detenerse. Parar, encontrar un sitio cómodo, neutral, y a ser posible relajado y apartado del resto de personas para no pensar en nada y en ese no hacer nada, encontrarse con uno mismo y poder volver a empezar de cero.

Hay momentos de estrés por exceso de trabajo, porque se echa el tiempo encima para la entrega de un trabajo o llega un examen y no estamos preparados, también hay momentos de estrés cuando estamos sin empleo y buscamos infructuosamente. Pasa el tiempo y la solución no llega. 
Estrés sumado a exceso de forzar las intenciones puede hacernos no llegar a ninguna parte, por eso, en muchas ocasiones es mejor resetear, apagar el sistema, parar no pensar en nada y dejar el tiempo pasar para que cuando estemos listos, quien sabe cuando, sin prisa volver a empezar y en esa ocasión sí, hacerlo despacio y bien. 
Para frenar y descansar siempre hay tiempo.