Quererse a uno mismo para querer a los demás

Quererse a uno mismo también es querer a los demás porque el bien que nos hacemos a nosotros mismos suele trascender a los demás. Cuidándonos también estamos en mejores condiciones para cuidar a los demás y si nos queremos será más fácil que el querer que sentimos por los demás fluya más fácilmente, quizá por una especie de empatia. Se suele decir que es necesario quererse a uno mismo para querer a los demás. 
Podemos querernos a nosotros mismos siendo buenas personas, cuidando nuestro interior, pero también nuestro exterior, nuestra forma de actuar para con los demás y nuestra forma de mostrarnos al mundo exterior, en nuestro modo de actuar e incluso en nuestra propia imagen. 
Si evitamos discutir y cabrearnos nos cuidamos a nosotros mismos, no proyectamos al exterior una imagen negativa pero tampoco sufrimos por este estado forzado. 
Si ayudamos a los además nos ayudamos a nosotros mismos, porque nunca sabemos cuando vamos a necesitar de la mano de los demás. Si no la precisáramos nunca mucho mejor, pero si algún día necesitáramos un apoyo externo siempre será más fácil recibirlo si antes hemos sido nosotros condescendientes en este sentido.
Si somos amables y educados, nos obligamos a mostrar formas más provechosas para nuestro bienestar y seremos mejor vistos. 
Si cuidamos nuestra salud estaremos en mejores condiciones de cuidar la de nuestros seres queridos. 
Si cuidamos nuestra imagen personal siempre proyectaremos mejor hacia el exterior que si no lo hacemos.
Cuidémonos para poder cuidar de los demás y querámonos para querer mejor a los demás. 

¿Existe el tiempo?

A veces me pregunto si pasa el tiempo, o somos nosotros los que pasamos. No hace mucho que leí algo que me resultó interesante en relación al tiempo. Se trata de un párrafo escrito por la argentina Úrsula Rudolf en su guía sobre Visualización creativa. Dice lo siguiente:

"Hay un tiempo exterior y un tiempo interior; generalmente, estos dos tiempos no van de acuerdo: todos conocemos viejos de veinte años y jóvenes de ochenta. Y si aun no los conocemos, es porque todavía juzgamos por apariencias. En el fondo, debiéramos preguntarnos qué es el tiempo, si el tiempo realmente existe o es una invención del hombre destinada a fraccionar algo que es único, a dividirlo, a rotular e inventar diferencias".


Rodearse de buena gente

Cuando te rodeas de buena gente, la suerte te sonríe. Ya lo dice el refrán: "quién a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija".
Normalmente las buenas personas se acercan a las buenas personas. Lo cierto es que nadie se considera malo, pero a veces actuamos mal hacia nosotros mismos o hacía los demás. En esos casos las cosas suelen torcerse fácilmente. Razón por la cual es mejor ver el vaso medio lleno. 
En el momento en que nos acercamos a personas que nos facilitan las cosas, gente que ayuda en vez de poner la zancadilla, seres humanos que luchan por el bien de todos, el camino se allana. 
Nosotros somos responsables de nuestras acciones, también somos quienes decidimos nuestro rumbo a seguir. Eso sí, hay ocasiones o momentos en los que hay fuerzas que nos dominan y nos llevan hacia nuestra propia autodestrucción o nos conducen en direcciones opuestas a nuestros objetivos. En esos momentos, esas buenas personas que nos rodean, los amigos de verdad, los familiares que nos quieren, nos pueden ayudar a reaccionar y rectificar a tiempo. Por esto y más, es tan importante rodearse de buena gente.